Los ERE del ConsejERE

Es real como la vida misma. ERE que ERE hasta la colocación final. El PSOE que rige nuestros destinos conocidos, y los desconocidos también, ha ido perfilando sus cuentas y resulta que los descolgados del ejercicio político, tales como ex alcaldes, ex directores, ex concejales, ex.., que venían siendo relevados por los pueblos de la ancha y vasta tierra andaluza, han tenido "consuelo" económico y salarial en los ERE del ConsejERE.

Es la forma de compensación que han ideado con el dinero de todos para pagar a los que se desviven para que el PSOE siga siendo hegemónico en esta tierra. Que de bien nacidos es ser agradecido, y la desvergüenza no tiene fin. Cientos de miles de euros destinados a pagar favores o..., ¿a financiar sus loores?

Y desde IU también ahora vienen con la bandera de la defensa de los más desfavorecidos, de los huéspedes del infortunio porque con la campaña se reconvierten. Una vez degustados ya todos los mariscos posibles, se guardan sus sedas y sus cubiertos de plata fina, y las sustituyen por las camisas de cuadros y los dedos de las manos. Hasta tienen la desfachatez de ir a la Zona Norte de Granada a hablarles a los habitantes de allí como "trabajadores", cuando allí raro es el que trabaja, porque casi todos están en el paro.

Llevan cuatro años haciendo amigos en la Diputación y colocando afines, y ahora, que llega la hora de someterse al examen de las urnas, nos dicen que su misión es la de dar decencia a las instituciones desde la izquierda, aunque gobiernen con los suyos estancados a su derecha. Esas mismas instituciones que utilizan para acomodar a los colegas, saltándose los procedimientos a la torera, aunque el toro de su lidia venga con los pitones afeitados, y sin rejonear.

Espero que los que votamos no caigamos en la tentación de dar otra oportunidad a quienes solo quieren seguir la estela del bienestar propio, de los amigos del partido, de sus familias, a los que cuando de organizar una convocatoria pública de empleo se trata, intercambian los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, por los de afinidad, servilismo y sectarismo.

Además de a los tribunales de justicia, es al pueblo a quien corresponde el mayor castigo. Y el pueblo tiene la palabra.