Hola Pedro:
Oye, perdona el atrevimiento, pero estoy estupefacto.
Ayer te vi envuelto en la bandera española, en una gran bandera española
y tengo la íntima impresión de que nos quieres tomar el pelo. Si, hijo,
si, porque de pronto te veo reconvertido en lo que no creo, ni tú
tampoco te crees, para remediar el agujero que provocan tus excesos con
los radicales esos, con los que nos prometiste que no pactarías,
¿recuerdas?, pero has pactado, como cordón sanitario anti PP.
Esa
bandera que tus compañeros y tus amigos radicales más radicales, han
quitado de las rotondas de España. Esa que repudian sin rubor alguno con
tu apoyo tácito y explícito. Esa bandera que representa a una gran
nación de Europa, la más antigua por cierto, pero que tú, si tú Pedro,
has entregado sin temblor alguno a los que la quieren romper desde
Bildu, Geroa Bai, la CUP y otras opciones que la odian y la niegan.
Ya, te entiendo, tienes carga de mala conciencia y has recordado aquel
populista ejemplo de Pezzi en el Congreso con la blanquiverde andaluza
como modelo ideal para imitar tú con la rojigualda. Qué pobreza
argumental, Pedro.
No cuela Pedro. No. Ya somos mayores, amigo, y
lo tuyo no lo vamos a entender como una reacción de raciocinio
plausible hasta que no rompas con quienes has compartido y permitido un
destino incierto para España y para tu partido. Hasta que los hechos que
conllevan los gestos no confirmen ese populismo barato tuyo, el de
ayer, envuelto en la misma bandera que denigras con los actos a los que
has votado 'si'.
No, Pedro, que no cuela, amigo. A mi no me engañas.
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