jueves, 6 de enero de 2011

Y dijo Pezzi


Manuel Pezzi cogió su fusil de artillería literaria, cargado de malasombras y enjundias varias, de adverbiales epítetos, algunos malsonantes, y se puso a disparar contra Carlos Rojas, contra los demás alcaldes de la Costa, y, alguna bala quedó, también contra los “osados” empresarios que fueron a Madrid a preguntarle a José Blanco qué había de la A7.

Las promesas de Pezzi, envalentonado por los suyos, no pararon. Sus vivas al deshielo por la ejecución de la autovía más necesaria de la provincia no eran sólo aduladores, sino que, además, ensalzaban el diferente amanecer que el PSOE que mal gobierna nos prometía tras su manto protector. El hielo abunda solo en el ala derecha de la política, -decía-, dos calles más arriba de donde su calor, real o imaginado, deshace los inconvenientes que presenta la realidad, esa de la que ellos nos protegen y por cuya vigilancia y transformación les debemos la vida misma, si fuera menester.

Pezzi es el guía espiritual zapateriano de las infraestructuras de Granada, de las que están, de las que no están y de las que se vislumbran pero no acaban de aterrizar. De su generosidad prometiendo a esta tierra queda amplia muestra escrita en hemerotecas, desdichas luego por secretarios de estado en visita al efecto, que ya es desdecir.

Pezzi es tan audaz en su oferta que llega incluso al paroxismo cuando se nos pierde por los intríngulis de la administración que él tanto visita, y nos trae “AVES” sin retorno para la comarca de Baza, cuyo vuelo presupuestario no solo es bajo, sino que ni siquiera existió jamás; traviesas de ancho internacional para el tramo Tocón/Loja, que hubo que desmantelar por inservibles tras gastar 36 millones de euros de todos los que pagamos impuestos en Andalucía; y, anunciado en FITUR e incumplido en Granada, un tren desde Jaén hasta la Costa, en este caso con la colaboración inestimable de otro furriel del socialismo andaluz llamado Zarrías, de cuya política familiar de colocaciones jienenses hemos conocido todos en los últimos meses.

Pero él seguirá ahí, impertérrito, ofreciendo fechas sin pausa, aunque se las desmientan los hechos, el paso del tiempo y los que mandan. Nunca ofrece disculpas por su poco tino, sino que exige a los demás comprensión a la fuerza, aunque ya no le queden fuerzas para ejercer la presión. Desde la fachada de su verja, ese es todo el vinagre con el que aliñan la ensalada que nos endilgan los suyos.

Pezzi, criticando a la oposición, convierte en arte espurio algo tan democrático como hacer el control al gobierno. Por eso le disgustó que los alcaldes y empresarios de la Costa fueran a Madrid a ponerle los puntos a las íes del incumplimiento y el olvido, quizá motivado por la holganza de los suyos para acompañar el cortejo. Pero hoy no le molesta que lo prometido siga siendo deuda, y que aquella mentira fuera tan descarada. Nuestro silencio sería su éxito, pero, a su vez, también sería cómplice de la estafa con la que nos obsequian él, los que gobiernan de su partido, y los que, como él, quieren cubrirles sus mentiras con más mentiras.

Remató Pezzi su paroxismo rampante diciendo de Flor Almón que en una hora de gestión hace más que Carlos Rojas por Motril y La Costa. Lo que no puede entenderse es que, con esa habilidad, hayan tardado tanto tiempo en nominarla de candidata, pero aún así, se entiende todavía menos lo poco que pesa su voz, que dicen tan dicha. Habrá que pedir a los Reyes Magos que en 2011 se cumpla, al menos, alguna de las promesas pendientes del gobierno, transmitidas por el Sr. Pezzi, porque mejorar lo de Doña Flor parece que ya no da tiempo.

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